sábado, octubre 30, 2010

Charles Bukowski

Confesión se titula el poema. Y confesión es la mía: no me gusta la literatura de Bukowski. Jamás me gustó.

Sin embargo (siempre hay un sin embargo), este poema en particular, en el cual Hank llega al final de sus días y reconsidera, entre otras cosas, el siempre problemático asunto del amor, me reconcilia con el poeta maldito. Porque habla de mí. Porque me espeja.

Dice el poema en cuestión:

Esperando a la muerte
como un gato
que quiere saltar sobre la cama.

Compadezco a mi mujer.

Ella tiene que ver este tieso
blanco cuerpo moverse una vez,
y después quizá de nuevo: “¡Hank!”

Hank no quiere responder.

No es mi muerte lo que me preocupa,
es mi mujer sola con este
montón de nada.

Quiero hacerle saber que
aún después de tantas
noches durmiendo a su lado

hasta las inútiles
discusiones fueron cosas
siempre espléndidas

y las difíciles palabras que
siempre temí decir ahora
pueden ser dichas:

Te amo.


Yo no quisiera esperar a la antesala de la muerte para decir estas cosas. Pero me temo que por más que las grite, hasta desgañitarme, esas palabras no habrán de ser escuchadas. O consideradas ciertas. O debidamente comprendidas.

Este es el tipo de cosas que aborrezco del amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me da escalofríos...muy fuerte.

www.lacasadehank.blogspot.com

Blog de un amigo con algunas cosas interesante.
Saludos.
Emilia*

Germán A. Serain dijo...

Gracias, Emilia. También a mí me da escalofríos. Pero vale la pena recapacitar sobre la cuestión.

Dí una rápida vuelta por el enlace. Volveré, porque me parece que hay cosas interesantes de ver allí.

Saludos.