jueves, febrero 03, 2011

La condena de un buen título

Aunque la jornada no se prestaba para tales observaciones, por esas cosas que tiene la vida que cada tanto tiñe algunos tiempos de un tinte sombrío, al pasar frente al kiosco de revistas algo hizo que mi mirada se detuviera un segundo en la portada de aquel libro, despertando mi justa indignación.

Para quien no lo conozca, Oliver Wolf Sacks es un destacado neurólogo británico, nacido en 1933, autor de importantes libros sobre su especialidad, encauzados en una tradición estilística sobre la cual también abundó Sigmund Freud, por la cual el autor narra historias de casos clínicos puntuales a través de un estilo más cercano a una crónica de corte literario que a un estudio médico.

Sacks describe sus casos con un lenguaje llano, poniendo especial atención en las experiencias de sus pacientes y añadiendo comentarios relativos al modo en que estos han conseguido adaptarse a sus respectivos contextos.

En el que seguramente es su libro más conocido, Sacks describe males como el síndrome de Tourette, el Parkinson o una rara enfermedad conocida como agnosia visual, por la cual una persona logra distinguir ciertas formas geométricas, pero no fisonomías. El capítulo dedicado a esta curiosa dolencia lleva un título no menos curioso: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Sin embargo, la cuestión no deja de ser descriptiva, pues se cuenta que la esposa del pobre hombre, consciente de que éste no era capaz de distinguirla entre otras personas por su rostro, resolvió la cuestión de un modo pragmático: comenzó a usar unos rarísimos sombreros, cuyas formas el marido sí era capaz de reconocer. Y dado que nadie más se atrevía a los esperpentos que ella se ponía sobre la cabeza, hubo cierta garantía en cuanto a que el hombre podría reconocerla donde fuera que estuviesen, incluso en medio de una multitud.

Que el relato tenía cierto interés literario parece cosa juzgada, desde el momento en que el compositor Michael Nyman hizo una ópera sobre el tema en 1987. Pero de allí a que alguien cometa el dislate de publicar este libro bajo el título de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero y otros cuentos (sic), como si Sacks fuese un cuentista en vez de un profesional médico, realmente es otro cantar. ¿Quién fue el culpable de un desliz tan grosero? ¿Qué destino habrán tenido los correctores y el editor del material? ¿Habrá habido fe de erratas, pedidos de disculpa, alguna reprimenda ejemplar? ¿O será hoy todo tan mediocre que el error, pese a lo grueso, habrá terminado pasando sin mayor pena ni gloria?

Así y todo es justo reconocer que el título en cuestión resulta ideal para un cuento. Lo mismo que Un antropólogo en Marte, La isla de los ciegos al color, Veo una voz o Recuerdos de un químico precoz, que son otros títulos de libros y ensayos de Sacks. Pero si hasta Migraña podría ser, perfectamente, el título de una novela o de una película hollywoodense. ¿No son acaso estos magnificos títulos de Sacks una invitación al error?

A decir verdad, el episodio me dio vergüenza ajena. En parte por mi relación con el mundo editorial, en parte por haber citado más de una vez los casos de Sacks en mis clases en la facultad. Pero también me dará material para hablar, en mi próximo taller de escritura, acerca de la importancia de encontrar buenos títulos. Aunque el corolario sea que esos buenos títulos tanto podrán llegar a ser el punto de apoyo del texto, como su condena.


1 comentario:

Germán A. Serain dijo...

Buscando una reproducción -que no encontré- de la portada de la edición en cuestión, para ilustrar esta entrada, descubrí una edición que repite, en inglés, el equivocado concepto.

Rastrando el título original en Internet, descubrí entonces que muchas ediciones de esta obra han sido editadas bajo el siguiente título: "The Man Who Mistook His Wife for a Hat and Other Clinical Tales".

CLINICAL Tales, por si no se ha notado. Y dejo constancia para que nadie venga a pretender una defensa de lo indefendible en honor a la traducción literal, que por lo demás es de todas la peor de las traducciones posibles.