sábado, junio 20, 2015

Soledades

Hay un error bastante común, que pasa por suponer que dos personas que sufren de soledad puedan, al reunirse una con la otra, hacerse recíproca compañía. Por lo general, las cosas no se dan de este modo. Pues cuando una persona lleva instalada una soledad adentro suyo, cuando se siente sola de verdad, radical e irremisiblemente sola, no puede ofrecerse a nadie, ni puede tampoco recibir compañía, por bienintencionada que sea. Pero no debe creerse que se trata de desinterés, ni de desprecio, ni de soberbia, ni mucho menos de maldad, por más que ese solitario pueda lastimar a quien se atreva a acercarse demasiado. El problema es que su soledad lo absorbe todo. Es por eso que ninguna persona podrá llegar hasta él para completarlo, ni para arrancarlo de su ostracismo. Por paradójico que parezca, muchas veces quien está solo debe resolver su problema sin nadie más. Debe descubrir la manera de dejar de estar solo aprendiendo a estar consigo mismo. Solo después de haber superado esta etapa podrá acercarse a otras personas y otras personas podrán acercarse a él sin correr el riesgo de ser absorbidos por la nada.

Por supuesto, como toda regla, también ésta tiene sus excepciones.

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