lunes, enero 04, 2016

Buda y la impermanencia

Cuentan que Buda paseaba una tarde tranquilamente, cuando un monje, acaso celoso por la fama del Maestro, le arrojó una piedra que por fortuna no llegó a golpearlo. Buda se dio cuenta, pero continuó con su paseo como si nada hubiese sucedido. Al día siguiente, el monje se cruzó con Buda y éste lo saludó con afecto. Sorprendido, el hombre le preguntó: ¿No estás ofendido conmigo? Buda aseguró que no. Consciente el monje de que Buda lo había visto arrojarle la piedra, insistió: ¿Pero por qué, cómo es posible? Y Buda explicó: Sucede que tú ya no eres quien arrojó esa piedra, ni yo soy quien estaba allí cuando me fue arrojada.


Este blog se había convertido en un cementerio de poemas. Ya lo dije, creo, en alguna otra ocasión. Es bueno que hoy deje aquí esta enseñanza, entonces, para variar, que tiene un sentido mucho más profundo del que pareciera tener a primera vista.

No hay comentarios.: