"La mayor parte de mis sufrimientos derivan de que jamás fui insustituible para nadie", escribe Alejandra Pizarnik en un pasaje de sus Diarios. Y yo la entiendo. Pero de pronto me parece que hay algo más grave que no ser insustituible. Que sería sentir que ni siquiera se ha sido -o que ni siquiera se es- lo suficientemente importante.
miércoles, enero 27, 2016
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