martes, enero 19, 2016

Pandora

Sería muy fácil culpar a Pandora
por todos los males que sufrimos.
Es verdad, ella fue la imprudente,
fue ella quien con sus bellas manos
levantó la tapa del cofre prohibido
dejando en el acto escapar las
muchas penurias que en su interior
aguardaban para atormentarnos.
Pero cómo podríamos culparla,
si Zeus la creó para eso,
para que fuese imprudente,
para que desobedeciera,
para que no pudiese controlar
sus tan humanos impulsos...

Pero además, si deseamos ser justos,
en el caso también podría culparse
al impetuoso Epimeteo,
a quien su hermano le advirtió
con gran claridad de palabra
que no se dejase seducir
por la belleza de aquella mujer,
que no la aceptara en su casa,
ni a ella ni obsequio ninguno
que ella llevara consigo.

Pero cómo culpar a Epimeteo,
sin embargo, cuando su hermano
no fue precisamente cauteloso
a la hora de decidir robar
el sagrado fuego del Olimpo.

Así somos.
Nos complace culpar
o en ocasiones culparnos
sin comprender que ninguna
de estas dos actitudes
resolverá absolutamente nada.
La tormenta está aquí.
No queda más que enfrentarla.
Así, solos, como estamos.

Post Scriptum:
Y una última cosa.
La cuestión de si lograremos o no
atravesar la tormenta en cuestión
no es un problema real
porque nosotros somos la tormenta.

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