lunes, abril 13, 2020

Cuarentena - Día 25

Todos hablan del maldito virus
guarecidos en la seguridad
carcelaria de sus propias casas,
acodados en la baranda de un balcón
o en el borde de una ventana.
Unos aplauden a los médicos,
otros señalan con el dedo
al vecino que sale a pasear su perro.
Todos tienen temor de enfermarse,
algunos incluso miedo de morir,
como si ese no fuera el destino
inevitable de todos nosotros.
Pocos se dan cuenta,
pero el verdadero virus
definitivamente es otro.
El peligro es que de a poco,
sin que nos demos cuenta,
terminemos aceptando
que las cosas sean así,
que ya no seamos libres
de volver a caminar por las calles
porque sí nomás, porque nos da la gana,
sin mirar con desconfianza al otro,
libres de la infamia de juzgar
a aquel que ya no quiere
o acaso no puede esperar más.
No hay peor virus que aquel
que nos enfrenta y nos distancia.
Ese que nos lleva a prescindir
de un abrazo o de un beso
por ese tonto temor a la muerte
que tan a menudo nos lleva
a escondernos de la vida.

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