martes, abril 14, 2020

Cuarentena - Día 26

Es muy difícil permanecer en soledad,
alejados, escondidos dentro de nuestras casas,
rodeados por cuatro paredes inmóviles y calladas,
día tras día, noche tras noche, y no encerrar también el alma.
Se hace difícil tomar distancia de los demás sin terminar
cayendo en una recíproca desconfianza.
El miedo nos estimula y nos convierte en delatores,
en alimañas, en aves de rapiña, en policías infames
desprovistos de razón y de humanidad.
Pronto será de nuevo el imperio de la fuerza.
Hoy la gente se ha convertido de repente en algo horrible,
con sus rostros ocultos detrás de máscaras temerosas
y todo un nuevo repertorio de gestos evasivos.
Hay algo que flota en el aire que nos está haciendo daño.
Pero no se trata de un virus, como muchos andan diciendo.
Mientras creemos estar cuidando de no enfermarnos el cuerpo,
nos vamos transformando en fantasmas sin alma
que van hipotecando sus libertades en pos de una seguridad ilusoria.
Es verdad, hoy salir a la calle se ha tornado peligroso.
Ahí afuera, en sus diversas formas, anda rondando la muerte.
Y sin embargo yo quiero que valga la pena correr el riesgo.
Sinceramente te digo: si nos vamos a morir,
y esto es algo inevitable, que no sea en la distancia,
sino en la pasión de un beso.

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