La angustia amanece como un enorme gato
montado encima de mi cuerpo inmóvil.
Quiero moverme, pero no puedo.
Allí abajo están las piernas, las siento,
pero no logro que me obedezcan.
También percibo los brazos,
la espalda atascada en el colchón.
Y ahí, encima de todo, ese enorme gato
que
impide cualquier movimiento.
Detrás del ventanal percibo el cielo plomizo.
Me pregunto qué hora será,
como si eso tuviese alguna importancia.
Apenas unas pocas palabras
acuden confusas a mi conciencia.
No comprendo lo que dicen.
Son oscuras y enigmáticas,
ideales para este extraño momento,
insondables como un sueño
o quizás como un poema.
martes, junio 14, 2016
Angustia
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario