miércoles, junio 01, 2016

Curiosidades

Me resulta sumamente curioso, aunque también ilustrativo, leer reseñas de otros periodistas sobre espectáculos que yo mismo tuve ocasión de ver y comentar. Acabo de leer una reseña absolutamente laudatoria, por ejemplo, acerca de un concierto de la Orquesta Sinfónica de Bamberg en el Teatro Colón, que a mí me pareció por lo menos dudosa en cuanto a su emotividad. En esa misma reseña se desmerece, en cambio, la puesta del Fidelio de Beethoven que hace muy poco se ofreció también en el mismo Colón, que a mí me pareció maravillosa. Uno puede preguntarse si en verdad un comentarista y otro hemos presenciado los mismos espectáculos. Lo que es seguro es que no los hemos presenciado desde un mismo lugar. Quiero decir: desde una misma inteligencia, desde una misma emotividad, desde una misma perspectiva. Es algo a tener muy en cuenta a la hora de escribir: se puede narrar lo que a uno le sucedió. Pero jamás lo que realmente fue. Porque eso es algo que inevitablemente se nos escapa. La objetividad es una utopía, desde el momento en que nuestras apreciaciones relativas al mundo están hechas desde eso que somos: subjetividades.

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