miércoles, enero 17, 2007

Modos de pensar (a vos, te digo)

Un hombre debe viajar en avión. Sin embargo, pierde su vuelo por una circunstancia fortuita, que tiene que ser, para que el ejemplo se entienda, lo más doméstica posible. Por ejemplo: en el momento de partir hacia el aeropuerto, no encuentra las llaves para poder salir de su casa. Busca, busca, busca, pero cuanto más nervioso se pone, porque se hace tarde, peor es. Al final las encuentra. Se habían caído al piso, debajo de una silla, bien a la vista y al alcance de la mano. Estas cosas suelen suceder. Ya se ha hecho muy tarde, sin embargo, por lo que decide llamar por teléfono a la compañía aérea, donde muy amablemente le permiten abordar, con el mismo pasaje, el vuelo siguiente, que sale dos horas más tarde. En realidad, si manejase rápido, es probable que el hombre pudiera llegar al aeropuerto como para alcanzar su vuelo. Pero prefiere viajar seguro, sin prisas, pues se trata de un hombre prudente. De modo que aborda, finalmente, el vuelo posterior al suyo. Que será precisamente el vuelo al cual harán referencia los diarios del mundo al día siguiente, que publicarán además, para deleite de los vouyeristas, las impresionantes fotos del fatal accidente aéreo, en el cual no habrá sobrevivientes.

"Las cosas no tendrían que haber pasado de esta manera", dice entonces la gente que conocía a aquel hombre, tanto como los pormenores de su circunstancial cambio de vuelo. Y sin embargo, ¿por qué razón no sería exactamente así, detalle por detalle, como las cosas debieran haber sido? ¿Por qué tendremos la veleidad de suponer que debemos ser nosotros los únicos guionistas de una historia que, muy a pesar de ser la nuestra, en realidad nos excede?

Y sin embargo es así: del mismo modo en que hay quienes propugnan la existencia de una forma perfecta o de una proporción aurea, hay cosas que se disponen de un modo tal que intuitivamente reconocemos en ellas un deber ser. Un deber ser que no siempre se cumple, por cierto, despertando con ello nuestra rebelión. Y no es que seamos veleidosos. Puede que la veleidad sea de los dioses, del destino o tuya acaso, que juegas a desdibujar el límite entre lo real y lo imaginario.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me llegó un mail con un archivo pps, de esos tantos que andan dando vueltas por ahí. Estas presentaciones suelen ser abominablemente cursis y baratas, y poca cosa puede sacarse de ellas. Las peores son las que vienen con música incorporada, pero ésta, por suerte, no tenía. Era una compilación de recomendaciones, atribuidas supuestamente a Dalai Lama, aunque andá a saber si semejante atribución sea cierta.

Lo cierto es que al menos una de esas recomendaciones me llamó poderosamente la atención, por su vinculación con este comentario, a tal punto que decidí dejar debida nota de la misma aquí.

La sentencia decía: "Recuerda que, a veces, no conseguir lo que quieres es un maravilloso golpe de suerte."

Porque también podría haber pasado que el hombre del relato del avión, luego de mucho maldecir por no haber encontrado las llaves de su casa y haber perdido su vuelo (no había plazas en ningún otro vuelo posterior, o al menos en la aerolínea en cuestión no le ofrecieron cambiarlo por otro), verificara su buena fortuna por haber permanecido en tierra cuando ese, el vuelo que él debía haber tomado, estallara en el aire.

¿Cuántas veces no habremos tenido suertes semejantes, con la única diferencia de no saber nosotros que tal suerte tuvo efectivamente lugar?...


Como sea, aprovecho para dejar anotadas algunas otras recomendaciones del pps en cuestión, no ya porque se relacionen con la anotación, sino simplemente porque son interesantes de considerar.

- Aprende las reglas, para que sepas incumplirlas cuando conviene.

- Ten en cuenta que los grandes amores y logros entrañan un gran riesgo.

- Si pierdes, no pierdas la lección

- No permitas que una pequeña discusión empañe una gran relación.

- Cuando te des cuenta de que has cometido un error, toma inmediatamente las medidas necesarias para corregirlo.

- Pasa algún tiempo solo todos los días.

- Abre tus brazos al cambio, pero no abandones tus valores.

- Cuando no estés de acuerdo con alguien querido, preocúpate sólo por esa situación: no hagas referencia a disputas anteriores.

- Sé bueno con la madre tierra.

- Comparte tus conocimientos.