viernes, enero 19, 2007

Palabras, palabras, palabras...

El infinito es un instante
dijo simone weil
y en ese instante /digo yo/
la rosa pierde pétalos
un árbol se desnuda
la tierra se estremece
el corazón vacila.



O si no:
No te alegres demasiado
de todos modos no cedas
alégrate cuando puedas
y si la euforia te avisa
no desperdicies la risa.




O si no:
Preciso que me digan algo mágico
o al menos placentero /inesperado/
novedades pero de cielo abierto
con ojos de muchacha que promete
o un zorzal de revuelo generoso
o la estrella fugaz que anda en la noche.




O si no:
Como es sabido la melancolía
no es sinónimo de soledad
aunque una y otra lleguen
con un llanto sequísimo
una ternura en trozos
una tristeza que no tiene nombre.




Cuando yo sea grande (cuando llegue a los 80, quiero decir), desearía poder escribir como Mario Benedetti. Se trata simplemente de palabras, es verdad. Y sin embargo, qué maravilla. Y qué magnífico sería poder decir, por ejemplo, "estas palabras las escribí esta mañana, mientras ocupaba mi mente pensando en vos". Ambos sabemos que no es verdad. Que no fui yo quien las escribió, digo. Pero igual las dejo aquí copiadas, por si algún día decidís caminar por estas calles.

2 comentarios:

jorgehue dijo...

no pierdas tu fuerza, Germán, la fuerza de tus propias palabras

nunca olvides, aunque "transites por oscuras quebradas", que la palabra es "dabar", fuerza creativa/creadora incontenible

una palabra crea la vida, o el mundo

y el silencio puede estar cercano a la muerte, a la nada, a la desazón

que pase... ojalá que pase; el dolor, incluso, merece estallar para dar lugar a la palabra; y tus palabras, para el mundo de las palabras, son siempre necesarias

como una vorágine, a veces la obsesión nos lleva a olvidar el poder glorioso de nuestras palabras; que pase, ojalá que pase

un abrazo

Germán A. Serain dijo...

Amigo Jorge: Te agradezco, precisamente, por las palabras. Y te agradezco por comprender. O por intentar, al menos; que comprender es algo tan difícil de lograr. Pasar, sin duda pasará, esto (sea lo que sea) como todo. Que el tiempo tiene esas cosas.

Y como nota al margen te diré que es curioso: uno a veces no sabe que está perdido hasta que alguien sale a buscarlo. Y luego, cuando ese alguien llega hasta nosotros, entonces sí, miramos alrededor y nos espanta no saber en dónde estamos. Tuvieron que encontrarnos para que nos perdiésemos. Vaya paradoja.