martes, enero 23, 2007

Tal vez sea hora de volver al oceánico refugio que nos ofrece de vez en cuando la música



Cuando hace cinco años
se hundió aquel barco tan seguro
con cincuenta pasajeros y un piano steinway
los cincuenta se ahogaron sin remedio
pero el piano en cambio logró sobrevivir

a los tiburones no les gustan las teclas
así que el steinway esperó tranquilo

ahora cuando pasan
siempre que sea de noche
barcos de turismo o de cabotaje
suele haber pasajeros de fino oído
que si el eterno mar está sereno
o mejor serenísimo
perciben atenuados
y sin embargo nítidos
acordes de brahms o de mussorgsky
de albeniz o chopin

y luego un golpecito
al cerrarse la tapa.

Mario Benedetti


Audio: Nocturno Op. 27 Nº 1 de Chopin - Al piano: Elisabeth Fiocca

2 comentarios:

Germán A. Serain dijo...

La música puede expresar tantas cosas. Puede a veces representar un nexo, por ejemplo. O puede ser una imagen de la soledad. A veces no depende sólo de la música en sí misma, sino también del contexto.

Un Nocturno de Chopin sonando desde el fondo del océano, es una de las tantas formas posibles de la desolación.

Anónimo dijo...

En un libro leí que Pier Paolo Passolini decía que la música de Carmina Burana era fascista. No estoy de acuerdo, para mí es un canto al alma humana. Quizas se refería al primer movimiento, que es como imponente, algo arrollador que se mete en tu cabeza y te obliga a conmoverte...