viernes, noviembre 13, 2009

G. S.

Dos diferencias fundamentales me mantienen a buen resguardo, al menos por el momento, de convertirme en una suerte de alter ego de Gregorio Samsa, el personaje que Franz Kafka inmortalizó a través de La Metamorfosis, una de sus dos mayores obras. La primera es que Gregorio Samsa se convirtió en un monstruoso animal de la noche a la mañana, mientras que en mi caso el cambio parece ser gradual. Y la segunda es que mientras el aspecto exterior de aquel hombre se modificó radicalmente, conservando en cambio inalterado su espíritu y personalidad, en lo que a mi respecta no parece haber grandes modificaciones en mis formas, pero el proceso está afectando ante todo y de una manera segura mi interior.

Es así como de a poco me doy cuenta de que estoy convirtiéndome en un ser desagradable. En un ser que no reconozco cuando me miro al espejo. No sabría decir, sinceramente, a qué responde esta transformación, pero tengo miedo de no poder revertirla. He aquí otra diferencia: mientras Samsa parece desentenderse del problema, y sólo tiende a preocuparse por sostener un status quo absurdo, incluso a pesar de su imposible transformación de ser humano en monstruo, yo deseo fervorosamente hacer algo. Sólo que no tengo la menor idea de qué es lo que debería hacer.

También en esto último me parezco a Gregorio Samsa, ahora que lo pienso un poco...

1 comentario:

Germán A. Serain dijo...

Gabriela me manda un mail, que surge en parte y con toda evidencia de la lectura de este post. Porque dice algo muy interesante, y por efecto de cierta compulsión mía orientada a un cierto orden que sólo yo comprendo a veces, decido copiarlo en parte aquí, en los comentarios a esta entrada. Dice Gabriela:

"...Me deja alelada que no tengas ganas de hablar y de golpe aparezcan posteos tan interesantes en tu blog, aunque au même temp, tan crípticos..."

"No sé por qué la gente a la que me acerco en estos tiempos está tan work in progress, atravesando cambios identitarios silenciosos, estrenduosos, estructurales... con mayor o menos conciencia... con mayor o menor sutileza... Amores, amigos, familia, en un cambio que nos hace dudar, por lo incierto, por lo abismal, por lo que pone en juego, por lo que nos atraviesa, porque nos lleva a dejar atrás definitivamente certezas y seguridades, porque nos da miedo, porque es como encontrarnos en tránsito a ser otros y al mismo tiempo más nosotros mismos que nunca... Y eso modificará rotundamente lo que somos, y nuestras vidas. Pero aun no sabemos cómo, no sabemos dónde, ni cuándo...

Y termina con este comentario:

"R.C., justo anteayer, contaba en un asado de amigos en casa que él es una cucaracha... porque es indestructible, porque el vasco rompe piedras con la cabeza y se banca cada una de la vida. O sea... veamos bien qué cosas sea el monstruo, porque a veces todo depende de la taxonomía."

Pues bien. Compro sobre todo esta idea final (que el resto es work in progress, precisamente): la idea de que la definición de monstruo depende, finalmente, del punto de vista del observador. Pero que es en definitiva una cuestión relativa. Gracias por hacérmelo notar, Gaby.