lunes, noviembre 02, 2009

Lo que mejor se enseña...

"¿Y vos de qué cuadro sos?" La pregunta habrá sonado cantidad de veces durante mi infancia. Y entonces la sensación de ser sapo de otro pozo, como suele decirse, cada vez que -decidiendo al fin y al cabo ser honesto- uno respondía que no, que de ninguno, porque a uno el fútbol no le interesaba en absoluto.

Fue un buen entrenamiento, que a la larga sirvió para más adelante comprender que no era necesario adscribir a ninguna bandería política, y que perfectamente podían dejarse de lado las tradiciones familiares religiosas impuestas, para abrazar un mucho más meditado agnosticismo.

Pero la cuestión tiene otros pliegues. En la primera línea del trabajo de uno de mis estudiantes encuentro esta pregunta: "Vos qué querés ser cuando seas grande?" El interrogante no va dirigido a mí, sino que es autorreflexivo. Pero a quién no le preguntaron también eso, cantidad de veces, cuando era chico. Mi respuesta habrá cambiado tantas veces con el correr del tiempo. Y lo curioso es que, ahora que lo pienso, esa respuesta jamás adoptó una forma definitiva.

Transcribo ahora parte de lo escrito por mi estudiante:

"Michel Foucault escribió en La verdad y las formas jurídicas que el trabajo, aquello que uno hace cuando crece y a partir de lo cual obtiene una ganancia, 'no es en absoluto la esencia concreta del hombre'. Luego agrega que para que la esencia del hombre pueda representarse como trabajo (y que de allí el concepto de ser pase a vincularse automáticamente con un hacer laboral) se necesita de una 'operación o síntesis operada por un poder político'. (...) De esta forma ser parecería distanciarse de lo que un trabajo puede ofrecer como caracterización."

El párrafo termina diciendo: "Un amigo que trabaja actualmente en un call-center agradece que aclare esta cuestión de antemano."

Y yo me digo entonces que también lo agradezco. Me alegra encontrar una reflexión como ésta en un parcial, y cuánto más precisamente ahora, en estos momentos en que... Dejemos la frase en suspenso y digamos que es curioso, pero que hoy mismo, a mis 43 años recién cumplidos, me doy cuenta de que desconozco qué es lo que ese niño que alguna vez fui hubiese deseado ser de grande.

Algunas cosas he llegado a ser, pese a todo. Y otras cosas he logrado hacer. Pero es bueno recordar que uno no es meramente aquello de lo cual trabaja. O que los rótulos son siempre el resultado de procesos relativos. Y es bueno leer estas cosas en el trabajo de un estudiante. Porque una vez más nos confirma que a veces lo que mejor se enseña es lo que más tiene uno por aprender.

2 comentarios:

Juan Martín dijo...

Un gusto haberme encontrado mencionado, implícitamente o no tanto, en este post.

Un saludo, Germán.


Juan Martín.

Germán A. Serain dijo...

Pues muchas gracias a vos, ahora sí bien explícitamente, Juan Martín, por haberme aportado algunas de estas ideas a través de tu trabajo. Una de las cosas que más me agradan del ejercicio de la docencia es aprender siempre cosas nuevas de aquellos a quienes supuestamente uno debería "iluminar".

Pero ya ves: el así mal llamado "alumno" suele brillar, también él, con luz propia.