"Siendo adolescente, Manuel Mandeb copió un texto de Germán Berdiales y ganó el premio a la mejor composición sobre el hornero. Abrumado por la culpa, rechazó la distinción con palabras que aún hoy se recuerdan: "Dedicamos todo nuestro esfuerzo, señor rector, a construir una sombra que a veces es engañosa. Como los magos, movemos tres dedos y producimos la ilusión de un caballo. Y en algún punto la sombra es más importante que nosotros mismos. Vivimos en tercera persona. Componemos unas conductas que aspiramos a que se proyecten como admirables para los demás. Y nosotros mismos nos convertimos en espectadores de nuestra propia vida: nos miramos el domingo a las siete de la tarde, señores padres, y nos gusta lo bien que quedamos tristes. Pero no estamos tristes. No es lo mismo estar triste que mirarnos y complacernos con la tristeza de esa sombra que somos nosotros. Ahora, ¿cómo advertir la diferencia entre lo que uno verdaderamente siente y piensa y lo que uno ha construido para esa sombra, para ese él en que ha venido a convertirse el yo? Tal vez esto mismo que estoy diciendo no es lo que verdaderamente pienso sino lo que me parece elegante pensar. No, señor rector; no admitiré que mi sombra reciba un premio." (Alejandro Dolina, "Bar del infierno")
(Citado en otro de los parciales de mis estudiantes.)
(Ya ves que se enseña tanto como se aprende....)
(Citado en otro de los parciales de mis estudiantes.)
(Ya ves que se enseña tanto como se aprende....)
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