miércoles, marzo 11, 2020

Sueño 200311, 5.30 AM

Hacía mucho que no me despertaba llorando así, a mares, con tanto desconsuelo. Y vaya a saber qué fue lo que me hizo soñarte de esta manera, imaginarte así, en esa otra historia posible, aparentemente tan real, tan vívida, como si fuese cierta la existencia de muchos mundos paralelos, y yo me hubiese asomado a uno de ellos, vos acostado en esa cama de hospital, o acaso de geriátrico, triste, un poco resignado, un poco con miedo, no queriendo que te apagaran la luz, ni que te dejaran solo, y de repente ya no logro precisar cuáles eran tus palabras, aunque todavía siento ese último abrazo, ese cuerpo tuyo ya gastado, entumecido, esa terrible presunción de que tal vez fuesen esos los últimos minutos, esa fatal impotencia, Jessica allí cerca, sin querer acercarse ni tampoco alejarse, yo a tu lado, queriendo acomodar una almohada bajo tu cabeza, y entonces el abrazo y el instante preciso en que

Ya sé que no fue así como sucedió. Al menos no en esta realidad, en este mundo, en este plano. Que te moriste solo, horas después de que yo sostuviese tu mano en la media luz de ese cuarto de la clínica, los dos solos, después de que te hablara al oído sin saber si me escuchabas, porque quizás ya te habías marchado días antes, acaso no, imposible saberlo; tu mano y la mía, el desconcierto, ese cruel respirador que secaba tu garganta con su oxígeno gélido al mismo tiempo que facilitaba aquellos, tus últimos alientos.

Y sin embargo fue tan vívido... acaso mi sueño fue la expresión de mi deseo de haber estado allí en ese instante, o de saber que vos supiste que yo había estado allí un rato antes, o de expiar mi culpa por no haber estado más, o de otra manera, o acaso la evidencia de que aunque las cosas hubiesen sido de otro modo el desenlace fatal hubiese sido al fin y al cabo el mismo. Como ha de serlo para todos, para mí también, y hasta para Jessica, que probablemente esté primero en mi lugar, y mucho más tarde en el destino de cada ser vivo en el mundo.

Lo cierto es que ahora, como si fuese una memoria falsa que sin embargo trae consigo todo el dolor y la impotencia de tu verdadera ausencia, temo que no podré olvidar con facilidad ese preciso instante en que tu brazo cae y tu cuerpo se afloja entre los míos, justo en el momento en el cual yo estaba por decirte algo así como que ojalá, al menos eso, hubiese sido bueno haber pasado por la vida habiéndote tocado en suerte ser mi padre, y yo tu hijo. No llegué a decirlo. Y ya no sé si estoy hablando de esta realidad o de la otra.

No hay comentarios.: